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REVISTA DE PRENSA

Médicos internistas identifican el perfil de personas con más riesgo por su obesidad y que necesitan atención médica y funcional para evitar el deterioro de su salud

Durante el 43º Congreso Nacional de Medicina Interna de la SEMI-8º Congreso de la Sociedad Asturiana de Medicina Interna (SAMIN)-8º Congreso Ibérico de Medicina Interna organizado en la ciudad de Gijón, la Dra. Juana Carretero Gómez, vicepresidenta primera de la Sociedad Española de Medicina Interna, ha expuesto los resultados del registro ROFEMI relativo a los fenotipos de pacientes con obesidad en medicina interna.

La identificación de los distintos perfiles de fenotipos de las personas obesas ha sido posible, gracias al estudio ROFEMI (Registro de Obesidad y sus Fenotipos en Medicina Interna), llevado a cabo en 46 hospitales españoles y publicado en la revista científica Journal of Clinical Medicine. «Diferenciar entre distintos perfiles de personas con obesidad y estratificar el riesgo que esta condición entraña para su salud es crucial para poder decidir las terapias médicas, psicológicas y funcionales que necesitan, así como para adoptar medidas de prevención secundaria para evitar que su estado de salud se deteriore todavía más», expuso la Dra. Carretero, quien añadió: «Para los médicos internistas es importante saber valorar cómo afecta la obesidad en las comorbilidades de nuestros pacientes. Habitualmente, la mayoría tienen más de tres comorbilidades asociadas: enfermedades crónicas y obesidad. Especialmente, la disposición del tejido adiposo influye mucho en su aparición, curso y pronóstico, como por ejemplo, en la insuficiencia cardiaca, la fibrilación auricular o la enfermedad renal crónica».

La Dra. Carretero también dio a conocer que en la actualidad en las personas atendidas en medicina interna se han conseguido identificar dos perfiles de pacientes con obesidad de alto riesgo y, entre ellos, un perfil de peor riesgo correspondiente a las mujeres con obesidad, mayor comorbilidad, discapacidad grave, depresión y sarcopenia, los cuales necesitan recibir tratamiento para todos estos problemas asociados a la obesidad, así como tratamiento psicológico.

El ROFEMI es un estudio transversal, multicéntrico, que ha incluido a 536 pacientes ambulatorios atendidos en los servicios de Medicina Interna de 46 hospitales españoles, con una edad media de 62 años y de los cuales el 51% fueron mujeres. Estos pacientes fueron clasificados en función de su índice de masa corporal (IMC) y circunferencia de la cintura (CC). La obesidad de alto riesgo se definió como tener un IMC > 35 kg/m2 y una CC alta se consideró tener más de 102 centímetros en el caso de los hombres y más de 88 en el de las mujeres.

Tras aplicar un análisis de conglomerados, los pacientes fueron clasificados según su IMC y CC, en cuatro perfiles de obesidad: la mayoría, el 86%, fueron clasificados como pacientes de muy alto riesgo (462), alto riesgo (44), riesgo aumentado (27), sin aumento de riesgo (3). Además, entre los pacientes de muy alto riesgo, una vez excluidos del estudio 19 pacientes por la ausencia de algunos datos críticos, se identificaron dos perfiles bien diferenciados: el grupo 1 (n = 396) y el grupo 2 (n = 47). Los pacientes del grupo 2 tuvieron un peor perfil de riesgo que los pacientes del grupo 1. En concreto, los pacientes en el grupo 2 se caracterizaron por ser más mayores (77 ± 16 años en el grupo 2 frente a 61 ± 21 años en el grupo de mujeres); tener mayor comorbilidad (53% frente al 5%); más casos de depresión (36% frente al 19%); discapacidad grave (64 % frente a 3 %) y una puntuación En el test de Sarcopenia (pérdida de masa y función muscular) de ≥ 4 (79 % frente a 16 %).

«Gracias a este estudio, comentó la Dra. Carretero, se han identificado los dos perfiles de persona con obesidad de alto riesgo y con base en esta clasificación, los personas mayores con obesidad requieren medidas que aborden la sarcopenia, la discapacidad, la salud psicológica y las comorbilidades significativas para prevenir un mayor deterioro de la salud. Es fundamental realizar estudios longitudinales para identificar los factores de riesgo potenciales que progresan del grupo 1 al grupo 2. De esta manera, podremos mejorar tanto su salud como su calidad de vida». Por ello, también insistió en que es fundamental llevar a cabo el diagnóstico de obesidad lo más precozmente posible e identificando aquellos pacientes de alto riesgo, especialmente aquellos que aun teniendo un IMC entre 30 y 35, considerado obesidad grado 1, tengan un perímetro abdominal elevado, lo que significa que la cantidad de grasa abdominal es muy elevada. «Normalmente, estas personas pasan desapercibidas en las consultas, pero son personas con marcadores de inflamación elevados, como la PCR o el cociente PCR/albumina, fáciles de solicitar en la practica clínica habitual y que son de gran utilidad», explica.

Finalmente, en su conclusión, la Dra. Carretero insistió en seguir estudiando para conseguir que los pacientes puedan ser identificados y tratados de la mejor forma posible, «Tener estudios de mayor base poblacional nos permitirá identificar mejor los pacientes y agruparlos de manera más homogénea. Igualmente, hay que seguir investigando en posibles biomarcadores que nos ayuden, en la practica habitual, a la toma de decisiones clínicas» y reivindica: « Las Sociedades científicas que atendemos personas que viven con obesidad luchamos para que la obesidad sea reconocida como una enfermedad crónica que deteriora la vida de la persona. Y ese deterioro, a parte de su peso corporal, se basa en cómo influye la adiposidad en sus patologías crónicas. Ese debe ser y será el planteamiento de la SEMI respecto al abordaje de la obesidad».

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