Información para pacientes
Osteomalacia y raquitismo
Esta información ha sido elaborada por el grupo de Educación para la Salud de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI). Pretende que los pacientes conozcan mejor sus enfermedades.
¿En qué consiste la enfermedad?
La osteomalacia es una enfermedad del metabolismo óseo que se caracteriza por la disminución de la mineralización del hueso. Se trata de un problema que afecta especialmente a las personas de la tercera edad. Cuando este mismo trastorno ocurre en los niños se denomina raquitismo, y en este caso se altera, además, el cartílago de crecimiento.
Para que se produzca la mineralización del hueso se requieren sales de calcio y fosfatos. La absorción de estas sustancias, y más concretamente la del calcio, depende de la vitamina D, cuya principal fuente es la piel, donde se sintetiza por la acción de la luz ultravioleta que recibimos de los rayos solares. De este modo, es necesario un adecuado aporte de estas tres sustancias para que se produzca correctamente la mineralización de la matriz ósea y el proceso de osificación. Las causas más frecuentes de osteomalacia son las alteraciones del metabolismo de la vitamina D y del fosfato.
En muchos casos el paciente se encuentra asintomático a pesar de padecer la enfermedad, mientras que en otros puede llegar a experimentar mucho dolor. Las manifestaciones clínicas, analíticas y radiológicas de este proceso son variables y pueden confundirse con otras enfermedades, especialmente con la osteoporosis, que es una enfermedad sistémica del esqueleto.
¿Podría haberla evitado, o que debo decir a familiares y amigos para que no la tengan?
La causa más frecuente de osteomalacia es una deficiencia de vitamina D, que puede tener muchos orígenes: déficit nutricional, falta de exposición a la luz solar, malabsorción por enfermedad celíaca o enfermedad de Crohn, enfermedad del hígado o enfermedad renal. También puede provocar osteomalacia la deficiencia de calcio en la dieta, la resistencia congénita a la acción de la vitamina D y la deficiencia de fosfato por incremento de las pérdidas renales debida a enfermedad tubular renal, como en el Síndrome de Fanconi o la enfermedad de Dent.
Los síntomas más comunes son dolor que se origina en los huesos, principalmente la pelvis, columna vertebral y costillas. Pueden observarse deformidades de los huesos del tórax y disminución de los niveles de calcio en sangre que en ocasiones provocan tetania. Existe predisposición a las fracturas, tanto de columna vertebral como de fémur y otros huesos.
El raquitismo afecta a los niños que tienen huesos en fase de crecimiento, mientras que la osteomalacia es una enfermedad del adulto que ya ha desarrollado su sistema óseo y alcanzado la estatura definitiva. En ambos trastornos el problema se debe a la falta de mineralización. Cuando la osteomalacia se produce por malabsorción intestinal, el tratamiento consiste en vitamina D a dosis altas vía intramuscular y gran cantidad de calcio. Los metabolitos más usados son el calcidiol y el calcitriol. Tras la curación del proceso se realiza un tratamiento profiláctico con vitamina D o bien calcidiol asociados a una ingesta correcta de calcio.
Si la osteomalacia se produce por insuficiencia renal crónica, el metabolito de la vitamina D que más se usa es el calcitriol.
Por último, si la osteomalacia se produce por hipofosfatemia, se administran fosfatos por vía oral y calcitriol.
¿Qué debo hacer ahora para mejorarme?
Acudir al especialista, endocrino o reumatólogo. primer lugar, la anamnesis (entrevista clínica realizada por el médico sobre la sintomatología del paciente) y la presencia de síntomas compatibles con osteomalacia son requisitos necesarios para realizar un primer enfoque diagnóstico de la enfermedad. La exploración física puede servir de ayuda, pero es muy variable de un enfermo a otro y no suelen existir signos característicos que permitan confirmar una osteomalacia. Las pruebas de laboratorio son muy importantes para determinar un correcto diagnóstico de la osteomalacia. Para ello, es necesario realizar una analítica completa de sangre, que permite determinar los niveles en el organismo de algunas sustancias como el calcio, el fósforo, la vitamina D o la fosfatasa alcalina. También es frecuente que se solicite un análisis de orina, ya que la cuantificación en esta de algunas sustancias como el calcio puede ayudar a llegar al diagnóstico de osteomalacia y a conocer cuál es la causa que la está produciendo.
Las pruebas de imagen son otro pilar básico para el diagnóstico, de tal modo que es necesario realizar radiografías de estructuras óseas si se sospecha osteomalacia. La manifestación radiológica más frecuente de la osteomalacia por déficit de vitamina D es la disminución de la densidad ósea, que es indistinguible de la observada en la osteoporosis. También se puede ver una pérdida de la estructura trabecular (esponjosa) del hueso normal. Las fracturas o la deformidad ósea pueden ser otro hallazgo radiológico en estos pacientes. Son características de la osteomalacia las líneas de pseudofractura de Looser-Milkman.
Los grupos de población de mayor riesgo para desarrollar este trastorno son los ancianos recluidos en su domicilio o en asilos, los inmigrantes de procedencia asiática, en particular los hindúes, o aquellas personas con enfermedades que pueden producir alteraciones en el metabolismo de la vitamina D o del fosfato.
En la osteomalacia carencial el tratamiento busca suplir el déficit que presenta el paciente. En general, suele existir una buena respuesta al mismo, mejorando primero las alteraciones musculares y, posteriormente, las óseas. El tratamiento de elección para la osteomalacia en este caso es la vitamina D, sin que exista acuerdo sobre qué metabolito de ésta utilizar ni qué dosis es la más adecuada.
En el déficit de vitamina D, la administración de suplementos de ésta por vía oral (vitamina D2 o ergocalciferol, o vitamina D3 o colecalciferol) asociada a una ingesta correcta de calcio suele ser suficiente. Alternativamente, se pueden administrar dosis más altas de vitamina D en una sola dosis.
¿Cuál es su pronóstico?
Con el tratamiento adecuado la enfermedad se corrige.